domingo, 24 de mayo de 2009

Mustang Boss 429

A finales de los sesenta, Henry Ford II estaba enrachado; ¿y cómo no? si los GT 40 habían ganado en múltiples ocasiones las 24 horas de Le Mans. Ahora era el turno de la categoría NASCAR, en donde los motores Ford 427 habían sido claramente superados por el ?Hemi? 426 de Chrysler. Para la ocasión, los ingenieros habían creado un monstruoso motor de 429 pulgadas cúbicas con cámaras de combustión hemisféricas y una potencia que rondaba los 500 HP. Para homologar semejante engendro dentro de la competición NASCAR, era obligatorio vender por lo menos 500 automóviles con él; que lógicamente se instalarían en modelos Torino, que eran con los que Ford participaba en la categoría.


Por lo menos así era hasta que Semon ?Bunkie? Knudsen, entonces presidente de la marca, preguntó: ?¿porqué no ponemos ese motor en un Mustang??, y tomando en cuenta que era el auto ?imagen? de Ford, no fue difícil lograrlo. Provenientes de GM, Knudsen y Larry Shinoda fueron los artífices de crear la serie BOSS, que iniciara con el BOSS 302 para homologar el motor de 302 pulgadas cúbicas para la Trans-Am; por lo que el camino a seguir para el motor 429 era claro.Para poder encajar el enorme 429 dentro del reducido compartimento del Mustang, Ford contrató a una empresa llamada Kar Kraft. De hecho, invirtió junto con ella en la instalación de una miniplanta de ensamble para los BOSS 429, en una antigua factoría de casas rodantes.


Las modificaciones necesarias comprendían mover la suspensión delantera hacia afuera, con lo que la entrevía frontal creció en 5 centímetros (de paso mejorando su manejo), además de la fabricación de un sistema de escape nuevo, ya que tenía que rodear la suspensión delantera en ángulos poco ortodoxos. Las suspensiones y todo el tren de mando (embrague transmisión y diferencial) fueron reemplazados por piezas de uso rudo y por primera vez en un Mustang se usó una barra estabilizadora trasera. También se le incluyó la más grande toma de aire funcional que se haya puesto en el cofre de un auto de este tipo. Estas modificaciones sólo aumentaban 1,200 dólares al precio de un Mustang GT, por lo que lógicamente, Ford perdió dinero en cada BOSS 429 que vendió.


A pesar de que sólo se requerían 500 ejemplares para legalizar el motor para competencias, la marca siguió fabricando el BOSS 429 hasta 1970, con un total de 1,300 piezas producidas. El BOSS 429 prometía muchas cosas por su imponente motor, pero el proceso de ?amansado? al que fue sometido, lo dejó como a un atleta olímpico libre de esteroides: gran potencial, menor desempeño. El enorme V8 de 7 litros fue acotado a ?solamente? 370 HP (SAE); cifra que lo convertía en un auto muy rápido. Sin embargo, la verdadera valía del BOSS 429 era lo exótico de su construcción y su historia, además de su escasa producción; aspectos que lo convirtieron en uno de los Mustang más deseados de la historia, incluso por encima de las creaciones de Carroll Shelby.

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